viernes, septiembre 09, 2005

EL OTOÑO DE LA VIDA

Vertiginoso llega el silencioso marzo,
oculto entre semanas de dulces melodías,
pero un día despiertas, y sin abrir la puerta,
se ubica en tu mesa y se acuesta en tu cama.
Sus vandálicas hojas arrollan al verano,
y corren por las calles ausentes de los soles
y se nutren de pálidos recuerdos del invierno.

En las viejas ventanas sonríen los visillos
de ángeles sin ojos y flores sin colores.
Medallas amarillas en los pechos desnudos
de veredas impares y mágicas rayuelas.
En el cielo de nubes de gris y anocheceres,
palpitan las esferas del agua del rocío.

Despertarán mil veces las tímidas palomas
en los nidos vacíos del viejo campanario
empollando ilusiones de otras primaveras,
capturando en sus ojos la angustia de la tarde.
Atacarán las horas, comiéndose las calles,
cabalgando en las yeguas rabiosas de los vientos
que avanzan con los ojos vendados por el polvo.

En tus sucios bolsillos cargados con los años
se esconderán fantasmas sin manos y sin cara
acunando el silencio de un niño solitario.
Y golpearás de nuevo llamadores de bronce,
con cara de dragones y máscaras doradas,
y saldrán a atenderte, con sus viejos batones,
nodrizas enlutadas, con sus caras de escarcha,
escucharás las risas de niños escondidos,
entre los laberintos de rústicas macetas,
en el patio rojizo de baldosas gastadas.
Y serán esas risas, y serán esas voces,
las mismas que escuchabas en tus juegos de niño.

Regresarán los rostros de todos tus amigos,
como un sueño sin tiempo, como un tiempo sin ganas
y verás angustiado al mirar en tu espejo,
que son otras las caras y son otras las manos.
Llorarás abrazado mirándole a los ojos
y apenas en el fondo...lejana...acurrucada,
como un niño asustado, descubrirás su alma.

¡Vertiginoso llega el silencioso otoño,
tirando las maletas cargadas de veranos!

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