miércoles, septiembre 21, 2005

EL ARCÁNGEL

I

Sobre la oscura losa de un jardín
un arco iris de flores olvidadas,
su perfume se ha extraviado.
La grava del sendero jugando entre unas manos
llena el espacio con su alegre resonar.

Un hombre sufre,
bajo la lápida ha perdido el dibujo de un rostro:
La forma de sus ojos, su sonrisa,
ni siquiera recuerda el color de su pelo,
sólo guarda el dolor
almacenado estéril en su cuerpo,
escapando a veces de su garganta ingrata
que se niega a llorar.

Una cascada de cantos confusos,
de pájaros alborotados, sobrevuela su adiós.

Han llegado a sus pies,
como escarabajos brillantes,
los collares de lágrimas,
(nadie los reclama)
los recoge para soltarlos sobre la losa,
se estrellan, no tintinean,
se desarman, en soles de mil rayos.

Una calandria confundida imita el silencio de la tarde.

II

Verde por el tiempo
un Arcángel de bronce,
mueve sus alas levemente.

Un hombre sufre,
en la grava suelta su pié dibuja
un nombre que no llega a leerse.
La primera letra se desmorona con gracia,
antes que escriba la segunda.

Sobre la cabeza del Arcángel
el sol apantalla sus agujas finales,
ahora sí agita sus alas.
Desde el vacío pedestal, unas plumas de bronce
se escurren hacia el suelo.

Ya no hay nada...nada para hacer.

El hombre siente que una mano se apoya en su hombro.


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