viernes, septiembre 30, 2005

SUEÑO

(inspirado en un poema de Luis Mendías)

Bajo un árbol sin sombra.
Hechizado
por un arco iris de un solo color.
Sentado en el abismo
de una garganta infinita
de orillas lejanas.

Veo paisajes, traslúcidos,
angélicos.

Mi cuerpo abstracto
se dibuja amarrado a la tierra.

Barcazas
que trazan estelas de flores
flotan navegando sin agua
hacia un mar que no advierto.
En ellas van de pié:
mis hijos, mi mujer, todos mis amigos.
Miradas salpicadas de sal,
los saludo con manos que no veo,
con voces vacías de sonido.
Parecen figuras egipcias,
los rostros congelados
ausentes de mí.

Con levedad se pierden
detrás de espirales de polvo.



omar alonso

miércoles, septiembre 21, 2005

EL ARCÁNGEL

I

Sobre la oscura losa de un jardín
un arco iris de flores olvidadas,
su perfume se ha extraviado.
La grava del sendero jugando entre unas manos
llena el espacio con su alegre resonar.

Un hombre sufre,
bajo la lápida ha perdido el dibujo de un rostro:
La forma de sus ojos, su sonrisa,
ni siquiera recuerda el color de su pelo,
sólo guarda el dolor
almacenado estéril en su cuerpo,
escapando a veces de su garganta ingrata
que se niega a llorar.

Una cascada de cantos confusos,
de pájaros alborotados, sobrevuela su adiós.

Han llegado a sus pies,
como escarabajos brillantes,
los collares de lágrimas,
(nadie los reclama)
los recoge para soltarlos sobre la losa,
se estrellan, no tintinean,
se desarman, en soles de mil rayos.

Una calandria confundida imita el silencio de la tarde.

II

Verde por el tiempo
un Arcángel de bronce,
mueve sus alas levemente.

Un hombre sufre,
en la grava suelta su pié dibuja
un nombre que no llega a leerse.
La primera letra se desmorona con gracia,
antes que escriba la segunda.

Sobre la cabeza del Arcángel
el sol apantalla sus agujas finales,
ahora sí agita sus alas.
Desde el vacío pedestal, unas plumas de bronce
se escurren hacia el suelo.

Ya no hay nada...nada para hacer.

El hombre siente que una mano se apoya en su hombro.


viernes, septiembre 09, 2005

EL OTOÑO DE LA VIDA

Vertiginoso llega el silencioso marzo,
oculto entre semanas de dulces melodías,
pero un día despiertas, y sin abrir la puerta,
se ubica en tu mesa y se acuesta en tu cama.
Sus vandálicas hojas arrollan al verano,
y corren por las calles ausentes de los soles
y se nutren de pálidos recuerdos del invierno.

En las viejas ventanas sonríen los visillos
de ángeles sin ojos y flores sin colores.
Medallas amarillas en los pechos desnudos
de veredas impares y mágicas rayuelas.
En el cielo de nubes de gris y anocheceres,
palpitan las esferas del agua del rocío.

Despertarán mil veces las tímidas palomas
en los nidos vacíos del viejo campanario
empollando ilusiones de otras primaveras,
capturando en sus ojos la angustia de la tarde.
Atacarán las horas, comiéndose las calles,
cabalgando en las yeguas rabiosas de los vientos
que avanzan con los ojos vendados por el polvo.

En tus sucios bolsillos cargados con los años
se esconderán fantasmas sin manos y sin cara
acunando el silencio de un niño solitario.
Y golpearás de nuevo llamadores de bronce,
con cara de dragones y máscaras doradas,
y saldrán a atenderte, con sus viejos batones,
nodrizas enlutadas, con sus caras de escarcha,
escucharás las risas de niños escondidos,
entre los laberintos de rústicas macetas,
en el patio rojizo de baldosas gastadas.
Y serán esas risas, y serán esas voces,
las mismas que escuchabas en tus juegos de niño.

Regresarán los rostros de todos tus amigos,
como un sueño sin tiempo, como un tiempo sin ganas
y verás angustiado al mirar en tu espejo,
que son otras las caras y son otras las manos.
Llorarás abrazado mirándole a los ojos
y apenas en el fondo...lejana...acurrucada,
como un niño asustado, descubrirás su alma.

¡Vertiginoso llega el silencioso otoño,
tirando las maletas cargadas de veranos!

jueves, septiembre 08, 2005

ANCESTROS


Tu cuerpo moreno,
bajo de los rasos húmedos y negros
se mueve inclemente.
Se escurre sinuoso
rehén de un calado corpiño azulino.
Lacio y recogido tu pelo brillante
casi tan negro como tu ropaje.

En sillas de paja,
batiendo las palmas, está la familia.
Con voces quebradas vuela el cante jondo
de herméticas letras
a su Sacromonte,
al que ya no vuelven pero que lo evocan
en sus lastimeros cantos ancestrales,

Uno a uno salen
y bailan contigo
pero yo no veo más que tu figura,
a la que imagino
desnuda bajo de sus ropas,
Tus lánguidas manos, como dos gaviotas,
crean arabescos,
las siento moverse dentro... en mis entrañas.

La sensual guitarra, traga por su boca,
rasgueos vibrantes de cuerdas gastadas,
y devuelve luego en sones flamencos,
que tus pies dibujan casi con descaro.

Y veo a mi tribu,
en noches lejanas,
frente a un fuego inquieto.

lunes, septiembre 05, 2005

CUANDO ME VAYA



¿Quién estará conmigo
cuando entregue la llave
y cierre tras de mí la puerta de esta casa?
¿Quién oirá mi última palabra
¿Retendrá el calor perdido de mi mano
y escuchará quebrarse el áncora en mi pecho?
¿Será alguien que quise, que quiero o que querré,
o será simplemente un extraño?

¿Regresarán acaso, patéticas y blancas,
las mujeres que amé?
Las de las trenzas suaves, de juegos infantiles,
las de insaciables vientres, de bocas curiosas,
aquellas posesivas de cárceles doradas
jugadoras de lunas sobre mares australes.

¿Se mezclarán acaso melancólicas voces,
susurrantes, melódicas, apagadas o graves?
¿Y manos? Manos lánguidas,
arabescos de manos, gráciles o torpes,
pero acariciantes manos.

Cabellos de colores arrogantes, nocturnos,
de rojizos ponientes, de amaneceres blancos,
negros, rubios, tímidamente pardos.
¿Y ojos? Estallido de ojos, rosario de ojos,
melancólicos, tristes, palpitantes, lejanos.
Heterogénea mezcla, efímera, inquietante.

¿Regresarán?
¿O sólo merodearán mi mente?
Deambulando, burlones fantasmas etéreos.


CENIZAS


En las cenizas hay todo, hay una vida
escondida debajo de su vientre.
Espejos guardados,
donde esperan dormidos fantasmas de carne,
viejos fantasmas envueltos en vigilias.
Tempestades y viejos cataclismos
desazones milenarias, superficiales, encubiertas,
desnudables apenas con un soplo.

Los restos de la fiesta de la creación,
los de esa primera mañana
que amaneció con el mísero mar humano
sin el dedo de Dios.

En las cenizas hay todo, hay una vida
escondida en los grisáceos átomos de polvo.
¿Agua? Quizás algunas gotas
contaminadas, insalubres,
que tan sólo parecen capaces de engendrar
soledades, embriones muertos.

El trajinar incierto de la calma,
sumido entre escorias matutinas,
y debajo… un sueño, un sueño sin confines,
como un leve calor,
gritando sin voz, pujando,
renaciendo en una llama desde el rescoldo
de su fondo infinito.

viernes, septiembre 02, 2005

UNA LAGRIMA AZUL

Una lágrima azul, rodó desconsolada,
en la callada tarde desde tus ojos pardos,
los soles impiadosos mordían tras las nubes,
ardían las arenas y el agua conversaba.

Aquella tarde impar de adioses y de rosas,
en mágicas carteras, cangrejos ermitaños,
se guardaban oscuros, al acecho, olvidados.
A cada llanto tuyo lloraban las gaviotas,
y negros cormoranes saludaban tu paso.

Quedó para el olvido un beso y una boca,
cubierta de silencios con un sabor amargo.
Una lágrima azul, rodó desde tus ojos,
resbaló por tu rostro y tiñendo las algas,
se perdió confundida con los granos dorados.
Tus manos retorcían, silenciosas el tiempo,
y dulces letanías las olas entonaban,
y las algas azules bañadas de nostalgias,
con amor abrazaban maderas de naufragios.

Un adiós prematuro espantaba a las aves,
barcazas fantasmas volaban sobre el agua,
y cantos de sirenas, lejanos, te invitaban,
con voces de misterio y promesas cercanas.

Y entonces te entregaste a esos cantos profanos.
Y diste el primer paso... y luego diste otro,
las aguas envolvían codiciosas tu carne,
llevándola a su mundo silencioso y arcano,
e inmensamente solos, tus cabellos flotando,
como rojas medusas adornaron las aguas.

LA VIA DE LOS CONDENADOS


Descanso en el camino sin retorno,
mesón de soledades,
sus mesas lloran heridas trasnochadas
Camas de piedra,
allí los peregrinos ausentes de equipaje
intentan dormir para olvidar
la barca de Caronte.

Huecos tardíos
de rodillas hincadas en el piso de tierra,
regueros de sal en rostros de estupor,
prostitutas que se desnudan para nadie,
cuerpos cuya quietud consume las escarchas.

Naturaleza muerta en lienzo imaginario,
pero ciertamente muerta.
Atrás el camino desaparece
enrollándose sobre sí como lengua de reptil.
Retratos de sonrisas sin dientes,
almas amontonadas sobre la puerta
que brama en su bostezo.
Mas allá la oscuridad los acompaña.

PALABRAS

Allí donde resuena laminado el río
descubrí las palabras,
no las cotidianas, no las simples.
No. Las otras, las eternas,
las que se deshilan de rompecabezas,
internas, profundas, de mil significados.
Aquellas formadas con dolor,
que parecen extrañas
cuando descansan en la hoja en blanco.
Las que a diario pierden su sentido
y vuelven a nacer aleteando al alba
desde su cuna.
Algunas exactas, otras crueles
ensombreciendo a sus vecinas.
Palabras para aquellos que amé,
palabras que fueron a dormir
diminutas en las oquedades de los árboles.
Aquellas que conmueven
como las gracias aún no dichas
por los niños que mendigan
en veredas gastadas.

Collares de palabras
que quedan flotando, brillantes,
como lentejuelas contra un cielo carbón.
Que perduran tatuadas para siempre
encubiertas en el silencio de algún cuerpo.

A TUS OJOS




Como van las gaviotas cuando muere la tarde,
a dormir a las rocas en la costa escondidas,
así fueron mis sueños a dormir en tus ojos,
prisioneros sin redes en el mar de su sombra.

Jugando sortilegios en las tardes dormidas,
recogiendo ilusiones de dulces caracolas.
Navegando mis naves sin velas y sin viento,
en su mar silencioso de lágrimas y risas.

Si algún día volvieran esos días vacíos,
ausente de tus manos y tu cuerpo de niña
a acosar con sus golpes mi universo de miedos,
pensaré en esos ojos que un día me atraparon
en su pozo profundo de calor y misterio.

VISTETE

Vístete

Me perturba
la simetría absurda de tus pies,
peregrinos inquietos
que insolentes sostienen
la cadencia solemne de tus piernas,
pilares prodigiosos de mágica textura,
donde un ardiente capitel,
maduro, sofocante,
espera silencioso,
como un pájaro herido con sus alas abiertas.

Vístete.
No dejes que mis manos
recorran codiciosas
la armonía brutal de tu cuerpo.

Me perturba
la entrada repentina de la noche
a este cuarto colmado con tu aroma
y la extraña sensación que me acomete
pensando que te irás
y que tibias aún mis sábanas
estarás durmiendo en otra cama.

omar alonso




jueves, septiembre 01, 2005

CENOTAFIO



Estabas allí.
como una más de las imágenes.
Tus manos como piedras,
se confundían con los mármoles serenos.
Quieta y cercanamente muerta
como todo lo que nos rodeaba.
Ventanas para mirar de un solo lado.
Te llamé,
con una boca amarga,
sin sonidos pues olvidé tu nombre.
¿Qué vocales contenía?
Recuerdo que eran muchas ¿Pero cuales?
Tres veces te llamé,
tres veces te negaste,
o tal vez fue mi silencio.
Me asustó tu rostro,
pervertido, siniestro en su hermosura,
como una gárgola en un capitel gótico.
Descansando,
allí…entre bronces oxidados por el guano,
no era así que imaginé el adiós,
con ángeles y cruces.

La puerta se cerró,
y con ella
todo.