viernes, octubre 28, 2005

ÁLBUM DE FOTOS


Este arcón de hule y paspartú
guarda extraños sortilegios.



Álbum de fotos


Desde una cartulina
festoneada brillante,
prisionera de cuatro esquineros,
con asombro, sentado en un triciclo
me observa un niño de tres años.
Yo lo miro
sabiendo que puedo contarle su futuro.

Páginas
con olor a flores secas
y melancolía en blanco y negro.
Allí mi madre.
Sí, mi madre.
Al menos son sus ojos,
vestida de blanco
con un libro de nácar y oropel
y Dios desde un rosario
goteando entre sus dedos.

Mi hermano de marinero,
navegando en un mar embravecido
de cartón pintado.
Y mi abuela,
creyéndose una niña.
cabalga en una hamaca.

Un soldado
que extrañamente tiene mi sonrisa.
Un perro igual al que tuvimos.

Anónimos remeros en el Tigre
y ciclistas con Luján a sus espaldas.
Un desconocido Zorro menudito
con bigotes dibujados,
y en su mano
una espada justiciera de madera.

Y nuevamente el niño
que me mira con ojos de tristeza
montado en un caballo.
Y las trenzas de mi hermana
asomando detrás de su cintura.

Es mágico este álbum
en él todo es posible,
el tiempo puede retroceder o detenerse
hasta hacer que mi abuelo
sea más joven que mi padre
y yo

sea más viejo que los dos.


omar alonso

viernes, octubre 14, 2005

CRÓNICA DE UN REGRESO


Hoy he vuelto
están allí
los mismos árboles,
baldosas cabalgando en sus raíces,
iniciales olvidadas
cicatrices de amor en sus cortezas.

Otra es la luz, otra la apariencia.
Ventanas con postigos desdentados,
salas sin piano,
puertas con escamas,
vidrios de cancel heridos de muerte,
balcones olvidados
mostrando sus entrañas de hierro,
y en los jardines
esqueletos enredados
de azules campanillas.

San Bernardo
y su Cristo de la mano rota
saludando a Marechal
cada mañana,
y la herida de un tiro
en el mármol del reloj de su torre
con números romanos.

Cierro los ojos ,
las imágenes siguen allí,
me recuerdan los aromas
de almacenes, azúcar en terrones,
azufres y alcanfores,
pasillos de cien puertas,
barcos de papel
navegando hacia un naufragio inevitable.

omar alonso

lunes, octubre 10, 2005

ANGUSTIA

Camino por la playa
buscando la tristeza de la tarde.
La lluvia desafía al viento,
lentas gotas golpean mi cabeza
llanto de gaviotas o de almas,
¿Qué importa?

A veces pasa alguien,
acaso un pescador, no sé,
no tiene rostro, quizá sea yo
que estoy allí desde alguna otra mañana.

En el espigón golpea el agua
arroja peces muertos a la playa,
viejas algas, caracoles vacíos,
ropas, tal vez de algún ahogado.

Las olas amontonan en la arena restos del verano:
Latas, papeles, frascos vacíos, risas de niños.
Pero el verano ya no está,
todo se lo tragó el mes de marzo,
hasta tu imagen.
¿Por qué no estás?
A veces me pregunto:
¿Quién pagará las cuentas de todos estos años?

El agua lame mis pies.
Que sensación de nada, de nunca en la arena.
¿ Dónde están las alegres pisadas?
¿Quién se robó el verano?
Quizá nunca existió.
Algún día...
iré a buscarlo en el mundo mágico
del fondo de las aguas.

OMAR ALONSO




domingo, octubre 09, 2005

VÍSPERAS


Quisiera despertarla
pero me asusta pensar
que al romper la levedad del sueño
sea el espanto su retorno.
Prefiero verla
iluminada por el suave crepúsculo
en el sociego de su cuarto,
acunarla en abrazos intangibles,
tocar sus labios sin tocarlos.

Sentarme
y mirarla
soñando tal vez
con historias que se llevó el silencio,
abrigada por la voz
de algún pájaro perdido
y la dulce caricia de las ramas
en los vidrios azules de la tarde.

Y cuando lentamente
se tiñan de noche las paredes
me quedarán tan sólo los latidos
las manos vacías de su cuerpo
y un eterno deseo de llorarla.


omar alonso

viernes, octubre 07, 2005

NADA PUEDO LLEVARME






Me es difícil partir, si no puedo llevarme,
los revueltos papeles de mi armario,
mis cajones con viajes olvidados
y álbumes con fotos desteñidas.

Las tantas manos que apreté confiado.
Los ojos de los niños,
que son y no son míos,
porque son de los hijos de mis hijos.
Las ropas fuera de medida,
que nunca terminé de llevar a las iglesias.

Los placeres vividos en teatros.
Las miles de películas que he visto,
en los oscuros cines de Lavalle.
La biblioteca,
los sectores relegados,
donde quedaron libros leídos sólo a medias.

La música.
Los geniales barrocos escuchados hasta el alba.
Las pinturas minuciosas de pintores flamencos,
en San Bavón el tríptico sublime:
La adoración del Místico Cordero.

Nada puedo llevarme...nada,
ni siquiera los recuerdos.

OMAR ALONSO