
I
Por esa línea inseparable
entre el día y la noche
astuta se escabulle,
nos persigue
deslizándose
como un equilibrista
su grito a cada paso
desde el fondo de los años
y allí, la sombra
cuando las escaleras comienzan su descenso
nos aventaja y abandona.
II
Confesionario de cristal y azogue
por donde pasan
todos mis rostros
en él
se diluye el presente
y en el fulgor de un segundo
se apaga el futuro.