Años de sal y golpes de marea huidos de su casco tablas que muerde el oxidado sol dejan pasar la luz a borbotones, chatarra de timón y quilla, bajo la cubierta una ciudad de ratas y cangrejos mastica historias
la rosa de los vientos sin vidrio, sin carcaza solo es rosa
va muriendo de a poco, perdido rostro maquillado de musgo
su proa descansa recostada en una almohada de arena y caracolas
Nací a los cincuenta y ocho días del mes de marzo en el año de las lluvias después de uno bisiesto, me gustan los caballos tengo los ojos sin memoria de colores y me cuesta esquivar los recuerdos
nací rodeado de bocinas y cemento lejos del mar por eso vuelo en sueños, para ver en el océano el borde espumoso de los peces y el golpe de sol contra las rocas
nací como antes se nacía, en casa cabeza abajo y golpeado hasta llorar quizás por eso no he logrado poner mis ideas al derecho y entender las razones de la gente
Descansando de espaldas, como una inútil máscara tu relajado rostro sombreado por la barba que ha seguido creciendo.
Vos que en nada creíste, como una ironía, tenés sobre el pecho, en tus dedos crispados las cuentas de un rosario.
Los párpados ligeramente azules, y unos ojos que no logran cerrarse, seguro a propósito dejaste entreabiertos.
Tu cabeza, surgiendo en medio de encajes humillantes parece sin dueño.
Presiento que es otra broma tuya, que has muerto por gozar el momento, y en un día cualquiera, del próximo verano, entrarás a mi casa a tomar una copa en mi gastado patio.